Travesía

En medio del mar una botella cabecea golpeando las costillas de mi barca.

lunes, noviembre 12, 2007

Desde La Peña de Valdivia Año 1970

Despertando pueblos del sur.

Con el dúo “Anita y José” nos hicimos escuchar en el sur hasta Puerto Aysen y Coyaique, y en un período hacíamos giras por el interior de la provincia de Valdivia organizadas por un locutor de Radio local. Esta locura hacia reanimar los pequeños teatros de los pueblos un poco adormecidos por la desidia de las autoridades y el pasar cansino del tiempo poco habituado a los espectáculos.
Entrábamos pues en micro a las calles de tierra de estos pueblos alumbrados con luces mortecinas, donde los transeúntes nos dirigían una mirada inquisidora sino indiferente. Nos instalábamos en estos teatros con nuestro elenco conformado por el grupo instrumental y su cantante Yamil Jarret, que era el doble cuasi perfecto del argentino Yaco Monty, mas un presentador que contaba chistes y hacia su número especial de terror muy anunciado desde el comienzo y nuestro dúo como número central.
Yamil, un muchacho moreno bajito emocionaba y sorprendía con el dominio de su voz, con sus altos pasando de la voz al falsete sin rasguños y alcanzando sonoridades de soprano. El coliseo de Valdivia se había estremecido con las ovaciones que despertaba participando en los festivales de la provincia.
Para vergüenza y límite a que puede llegar el arte en su juego histriónico el número de terror consistía en apagar y encender la escena, un par de ampolletas, que alguien operaba desde los interruptores mientras el animador en medio de la oscuridad movía la cortina y hacia ruidos tenebrosos con el micrófono pegado a la boca. Aparecía finalmente ante el público anonadado con una media de mujer cubriéndole la cabeza y el rostro alumbrado intermitentemente por el prende y apaga.
Aún en esas condiciones se repite el juego como en la antigüedad, quien sube a la escena plantea el desafío de entretener, en lo posible de conquistar y la respuesta del público será el veredicto del juego según se haya logrado mas o menos o plenamente.
Recuerdo que igualmente algo sucedía y nos íbamos de regreso con la satisfacción de haber conmovido el aire.
Otros acercamientos al interior sucedieron en años de Allende con ocasión de un convenio que firmó la Peña de la UTE de Valdivia con la CORA, Corporación de la Reforma Agraria, que significó asistir con nuestra Peña a las elecciones de dirigentes con motivo de la creación de los Consejos Campesinos, núcleo nuevo de organización ligado a este enorme cambio que terminaba en nuestro país con la institución feudal del latifundio y la persistencia del innoble inquilinato.
Estas ocasiones produjeron los primeros encuentros entre estudiantes y campesinos en la zona. Era común recibir de un campesino las preguntas: “qué hacíamos ahí, por qué ahora, si nunca los estudiantes universitarios habían buscado este contacto”. Nosotros sinceramente respondíamos que éramos estudiantes pertenecientes a clases modestas, que nosotros mismos éramos favorecidos por la conquista de universidad para todos; que era nuestro interés conocer de sus vidas porque nos interesaba Chile y ayudar a resolver sus problemas; y porque Chile estaba cambiando con el impulso de dos fuerzas políticas que se esforzaban por realizar estos cambios: la democracia cristiana y los partidos de la izquierda que ese año 70 llevaban por cuarta vez de candidato al Doctor Salvador Allende.
La música era nuestra llave para las veces en que costaba hacer participar a los callados campesinos y en ese plano nos ayudaba el poder exhibir temas de la región que nosotros mismos habíamos aprendido en los boliches de labios de algún paisano que llegaba a la ciudad con su carga de leña en su bote a remos.
Un baile de cueca de un campesino que vestía un paletó más ancho que su medida se nos quedó en la retina. Entre tímido y socarrón con las manos en bolsillos, sin pañuelo, con buenas botas de invierno y bien zapateado le dio brillo a una cueca única y marcço en mi un recuerdo inolvidable que me embarga de afecto y respeto por mi pueblo.